La Luz (parte 3)

Philip Lorca di Corcia
Al momento de trabajar con iluminación artificial hay que comprometerse con aprender cómo se comporta, de la misma forma que con la luz natural.


Hasta aquí parecía fácil hacer fotografías, pero esto es en gran parte lo que significa ser un fotógrafo: entender la luz. No es difícil lograrlo, son miles los fotógrafos que se dedican tanto a trabajar con luz natural como con luz artificial que hay muchísima información y muchísimas formas de encontrarla.


Entender la luz es comprender primero que tu fotografía es tuya, no tiene que basarse en la estética de otro, y si bien vale la pena estudiar lo que otros están haciendo con sus esquemas de iluminación y sus innovaciones en iluminación, cada autor debe llegar al punto en que se da cuenta de que lo que está proyectando es un lenguaje propio.


Dos grandes ejemplos del lenguaje propio con el uso de la luz son Philip Lorca diCorcia, quien con sus flashes estáticos en las esquinas de Nueva York creó una simulación de entradas de luz que chocan con la iluminación natural de la ciudad, y Bruce Gilden, quien, a pesar de no ser considerado un ícono en el estudio de la luz, lleva décadas sacando la cámara en una mano y el flash en la otra para crear instancias anti naturales de luz en las calles. Básicamente son los lados opuestos de la misma moneda en la misma ciudad, pero cada uno encontró su tono de voz propio, su esquina en la ciudad.


La estética que logra la iluminación de las fotografías  de Philip Lorca diCorcia llega a ser tan natural, a pesar de ser un flash el que está haciendo el efecto, que fácilmente se confunde con la realidad, son fotografías que generan una especie de sabor especial, podría decirse que es el equivalente a un cuento de hadas en la fotografía, parece una hazaña el logro de la luz en cada toma. Esto lo logra por simular la dirección en la que alumbra el sol. La dirección al momento de iluminar es primordial. Bruce Gilden, en gran parte de su trabajo más impresionante, ilumina desde abajo, es una imagen que rompe con lo que normalmente vemos, va en contra de la dirección natural de la luz, eso deforma los rostros, muestra detalles que producen una “estética de lo feo”, y con eso, de alguna manera, hace que su fotografía se lea como una interpretación personal.


Al momento de iluminar preguntarse qué quiero decir con la luz es parte importante de la toma, no solo porque hay una interpretación ligada a la dirección de la luz, lo que es muy importante, sino que también hay que considerar que todas las personas son diferentes. A pesar de que las fotos de los anuarios de los colegios sea lo más cercano que muchos han estado a una sesión de estudio, las geografías del rostro, como las llama Albert Watson. van a ser las más importantes guías para decidir la dirección de mis luces. Solo así podremos lograr esas dimensiones que son únicas en cada retrato.


Cuando ya se ha considerado el tipo de luz, si es natural o artificial, y la dirección de la luz, que va a tener un papel muy importante en la estética, hay que decidir la calidad de la luz.


Pensar en la calidad de la luz es lo que más me emociona cuando trabajo un retrato, si bien no soy uno de esos fotógrafos que se vuelve loco por la iluminación, como ya lo había dicho, entender la relación entre las sobras y las luces, si se hace con tiempo, puede ser un tema de estudio potentísimo.

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