La Luz (parte 2)
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| Brassai |
Puede parecer extraño, pero yo estoy lejos de ser uno de esos fotógrafos que se desviven por encontrar la luz adecuada; cuando lo hago me encanta, pero mi pasión está en las situaciones. Aún así, porque entiendo lo importante que es este tema, intento compartir todo lo que pueda con fotógrafos que no entienden la fotografía de la manera que yo lo hago. Y es que no solo soy consiente, sino que me encanta ver cómo la luz se ha convertido para millones de fotógrafos en su gran fuente de inspiración.
El fotógrafo italiano Franco Fontana suele hablar mucho sobre el pensamiento fotográfico y la identidad del fotógrafo como un punto clave, incluso como algo más importante que la cámara o la foto misma. El hecho de entender la luz como un medio o como un fin para tus fotografías no solo habla de tu forma de ver el mundo, habla directamente de la identidad del autor y de cómo se percibe en relación con lo que está fotografiando.
Pongámonos por un minuto en los zapatos de un par de grandes referentes de la fotografía. Si analizamos la obra de Robert Capa, quien es sin duda alguna uno de los más grandes referentes del foto periodismo, es muy extraño que priorice la luz. En realidad, trato de ponerme en la situación de un fotógrafo de guerra como él y encuentro casi obvio que su interpretación de la luz es un medio para lograr el momento, para escribir la historia que está frente a él. Mientras que alguien como Josef Sudek que, por su influencia del mundo del arte, hace de la luz su máxima prioridad en gran parte de su trabajo, a tal nivel que hasta el día de hoy es uno de los fotógrafos más estudiados para llegar a entender el valor de la fotografía pictorialista.
La luz podría ser un tema de conversación eterno, desde la idea de que se comporta de una forma especial cuando la vemos y de otra cuando no, que sea partícula y onda, que en realidad la reconocemos por sus efectos como las sombras, etc. Pero en fotografía, si lo que queremos es aprender a utilizarla a nuestro favor y de manera consciente, la academia y el mercado nos dan pistas bastante simples y útiles para clasificar la luz.
Puede parecer obvio, pero no es lo mismo ser un fotógrafo de moda que trabaja en un estudio como Richard Avedon que ser un fotógrafo que está buscando escenas en el exterior como Robert Frank. No porque tengan distintos tipos de cámaras o porque uno dirige la foto y el otro la “encuentra”. Podemos dividir la luz en dos categorías: natural y artificial.
Si bien no hay mucho que profundizar para explicar la luz natural (el sol), es la que a la mayoría le genera más conflictos. Recordemos que hay quienes entienden la fotografía como “dibujar con luz”, ellos muchas veces necesitan tener el control de la situación para poder posar los elementos y tomarse el tiempo para crear una escena perfecta para lo que están buscando. En esos casos la luz natural puede ser un problema o un tremendo desafío. No es fácil pelear con el hecho de que el sol tiene una trayectoria, que puede pasar una nube y cambiar todas las condiciones de luz o que dependiendo de la hora la forma en la que esa luz se dibuja puede incluso cambiar de color. Sin considerar que muchos fotógrafos de paisaje hoy en día todavía usan métodos muy complejos para algunos al momento de medir la luz. Es por eso que es tan popular y tan bien valorado el uso de la luz artificial.
Por el otro lado encontramos las luces artificiales. De estas podemos identificar muchos tipos y las cantidades van a seguir creciendo. Aquí es donde encontramos las bombillas, las lámparas, los focos, los led, los flash, etc. Son elementos que sí nos permiten tener absoluto control de la imagen si trabajamos en un estudio. Pero, una vez más, sonando simple, es un error decir que por el simple hecho de usar luces artificiales la foto está lista. Existe la creencia de que con el hecho de poner un foco todo va a funcionar, pero la realidad es un poco más compleja. Una de las formas de entender el trabajo con luz artificial es por ejemplo la obra de Brassai. Su fotografía nocturna de Paris ha sido fuente de inspiración por generaciones, pero para muchos es simplemente un hombre que se paró en las calles parisinas a tomar fotos cuando ya se había puesto el sol y los faroles crean esas lagunas de luz que son tan emblemáticas en esa ciudad. Está bien, no es el más común de los ejemplos cuando hablamos de fotografía con luz artificial, pero su fotografía es en realidad muy compleja cuando pensamos que al trabajar con películas en bajas condiciones de luz como esas hay que hacer conversiones de tiempos, o el hecho de que él tenía que considerar la distancia entre sus protagonistas y las fuentes de luz. Y es que la luz no es una constante, su intensidad podríamos decir que se “pierde” con la distancia.


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